martes, 18 de junio de 2013

Enfermedades tratadas con la penicilina II: Enfermedades pulmonares.

Neumonía (infecciosa)

Se trata de una enfermedad infecciosa pulmonar que provoca la inflamación de los alveolos, los cuales se enrojecen, se hinchan y provocan un dolor intenso al respirar. La principal causa de su origen es la bacteria denominada Streptococcus pneumoniae o neumococo, aunque también puede producirse a partir de un virus o un hongo, como puede ser el vulgarmente conocido como cándida. Además, en muchas ocasiones la neumonía surge como enfermedad secundaria de una principal, como, por ejemplo, la clamidiasis, o, mismamente, una gripe común, ya que ésta expone al organismo a contraer la infección.

Entre los síntomas, destacan aquellos típicos de una gripe o un catarro común (generalmente preceden el desarrollo de la neumonía), fiebre elevada que se prolonga durante más de tres días, y también aparecen otros signos más graves, como puede ser la taquipnea (aumento de la frecuencia respiratoria), el hundimiento de las costillas durante la respiración, acompañado de convulsiones, enfriamiento dérmico, hemoptisis ("toser sangre"), pérdida de capacidad de reacción frente a estímulos externos y disnea (falta de aire).

Esta enfermedad se diagnostica, después de haber aparecido los síntomas, gracias a un procedimiento de rayos-x.

Su tratamiento se basa en la administración de antibióticos (formados a partir de la penicilina), la cual destruye las bacterias causantes, impidiendo a su vez la síntesis de sus proteínas, de manera que inhibe su propagación.
A pesar de que depende del tipo de neumonía que se trate, la que hoy nos ocupa es la infecciosa, con lo cual nos centramos sólo en su tratamiento mediante penicilina (en concreto, la denominada penicilina c).


TAC (tomografía axial computerizada) de un paciente con neumonía; se puede apreciar la expansión de la enfermedad en las zonas inferiores de ambos pulmones, especialmente del pulmón derecho.


Tuberculosis:

Conocida también como tisis, es una enfermedad infecciosa pulmonar causada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis, que, a pesar de tener su foco en los pulmones y desarrollarse principalmente en ellos, también puede afectar a otros sistemas, como el nervioso, el linfático, el circulatorio, el digestivo, los huesos y articulaciones. Esta afección solo se transmite si la persona tiene activa la enfermedad, es decir, si la padece, y suele ser por vía aérea (estornudos, tos, etc).

Los principales síntomas de la enfermedad son los mismos que los de una nemonía, ya que generalmente la tuberculosis comienza a desarrollarse como tal, la cual deriva en la llamada neumonía tuberculosa a causa de una infección en los pulmones provocado por una complicación durante la neumonía común.
En estos casos, el primer signo de una neumonía tuberculosa son los esputos hemoptoicos (flemas que contienen sangre y que inician la segunda fase de la enfermedad).
Conforme la enfermedad se va extendiendo, dichos esputos son cada vez más frecuentes y más graves, ya que llega un punto en el que la sangre viene acompañada de fragmentos de la pared pulmonar interna que se han desprendido (casos muy graves), hasta que finalmente se produce la muerte del paciente, el cual acabará vomitando una sustancia negra, que será, en sí, trozos de pulmón.

El tratamiento primario de la tuberculosis se basa en la administración de antibióticos como la penicilina durante dos meses si se trata de la primera fase, y durante cuatro si se trata de la segunda. Actualmente, a los pacientes con tuberculosis muy avanzada se les puede tratar quirúrgicamente, extrayendo costillas o los músculos escalenos, así como paralizando el diafragma; pero en general no se suele conseguir salvar la vida, sino prolongarla durante un corto período de tiempo.


Pulmones humanos afectados por tuberculosis (muy avanzada).

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